Parece que, en pocos días, los problemas que tenemos
durante el año se condensan y adquieren mayor relevancia. La sociedad nos
obliga a ser felices y buenos en estas fechas, queramos o no. Las demandas
afectivas de todos son mayores en Navidad, con mensajes continuos de amor,
cariño, bondad, solidaridad....., que ponen nuestras emociones a flor de
piel y pueden dificultar mucho la toma de decisiones y el bienestar de cada uno
por no encontrar la debida estabilidad emocional.
La publicidad nos vende la Navidad como la época de la
felicidad y la alegría. Pero para muchas personas se desencadenan alteraciones
de su estado anímico que son justo lo contrario: tristeza, enfado, ansiedad,
frustración, incluso acaban surgiendo conflictos indeseados entre familiares o
amigos.
Existe una fábula que evidencia la necesidad que
tenemos unos de otros, lo significativo que es saber apreciar el valor real de
nuestros amigos, familiares, etc., lo importante que es aprender a convivir con
las virtudes y los defectos de los demás, sin buscar personas perfectas para
que la relación también lo sea
Durante la era del hielo, el frío era el causante de
la muerte de muchos de los animales que poblaban la Tierra. No obstante, el
grupo de los puerco-espines resolvió la situación al juntarse poniéndose unos
muy cerca de otros, de este modo se daban calor mutuo y protección. Pasado un
tiempo se dieron cuenta que al tener el cuerpo cubierto de espinas, los
compañeros más próximos les pinchaban con ellas, les producían heridas y cierto
dolor.

Pronto empezaron a quejarse y tomaron la decisión de
alejarse unos de otros y separarse. Al poco tiempo, el frío empezó a entrar de
nuevo en su cuerpo y muchos murieron congelados. Ante esta situación tuvieron
que tomar una decisión: aceptaban las molestias que les producían las espinas
de sus compañeros o su especie desaparecería de la Tierra. La sabia decisión
fumantenerse unidos y por eso ahora podemos ver a estos pequeños roedores en
la mayoría de los continentes de nuestro mundo.
Cómo podemos afrontar la Navidad de modo positivo:
Hay que aceptar la situación en que se encuentra cada
uno y sacarle el máximo partido, disfrutar de tiempo libre que nos dejan estas
fiestas para hacer cosas que no podemos hacer cuando estamos trabajando. Es
bueno organizarse y no dejarse llevar por lo que se supone que se debe hacer.
No hagas lo que no te apetezca. Si no te gustan no te enfades mantente en la
normalidad, son sólo unos días como los demás del año. Tampoco trates de
idealizarlas si generas demasiadas expectativas a veces te pueden defraudar.
Relativiza los problemas, sé realista y procura adquirir cierta perspectiva de
los acontecimientos. Aprende a disfrutar de los pequeños momentos y no te
sobrecargues de responsabilidades. Disfruta de lo que tienes y no sufras por lo
que te falta. Relájate, medita busca la paz y la serenidad.
Con la familia y amigos
Lo primero es aprender a usar nuestra libertad, elegir
dónde y con quién queremos ir en el uso de nuestra libertad y respetar la de
los demás. La Navidad es un buen momento para fomentar la comunicación con
amigos y familiares, pero no existe una familia perfecta, hay que aceptar a las
personas e intentar ver sus cualidades, sus cosas positivas, relativiza sus
defectos e incluso se puede aprender de ellos. De las personas que no están,
elige los buenos recuerdos, seguro que es lo que querrían que hicieses. No te
sobrecargues de responsabilidades y pide ayuda si la necesitas.
Haz como el puercoespín, convierte la necesidad en
virtud y disfruta de ello
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